Creo que es oportuno recordar una “práctica social” con los perros de familia que es miserable y que estoy viendo, anonadado, que va en aumento.
Lo sé por asociaciones y albergues con los que me muevo, pero, ahora, también me lo encuentro entre el alumnado de mi aula.
Lo sé por asociaciones y albergues con los que me muevo, pero, ahora, también me lo encuentro entre el alumnado de mi aula.
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La cruda realidad es que esos perros son, estadísticamente, “poco adoptables”.
Los que rescatan a un perro de una perrera, no van buscando una mascota que les vaya a durar dos o tres años.
Quieren cachorros o, como mínimo, perros lozanos.
Todo tutor legal que haga eso es una miserable excrecencia como ser humano y un pésimo educador.
Quizás no lo sepa, pero está jugando a crear sociópatas.