Un día descubres que tu novio, bueno, a esas alturas a lo mejor ya os habréis casado, digo yo, a no ser que seáis unos guarros y estéis solo para la concupiscencia, que sois unos concupiscentes todos.
Pues un día descubres que tu pareja robaba a ancianitas, se follaba a gatetes y le echaba cebolla a la tortilla y mira, lo dos primeros todavía, pero lo tercero te rompe el corazón.
Y rompéis.
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Y rompéis.