Me han llamado para despedirme de uno de mis trabajos haciendo artículos históricos.
No es un drama, porque solo me daba para salir a cenar una vez al mes con mi mujer, pero me ha sorprendido que me vayan a sustituir por la Inteligencia Artificial.
No es un drama, porque solo me daba para salir a cenar una vez al mes con mi mujer, pero me ha sorprendido que me vayan a sustituir por la Inteligencia Artificial.
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Mis hijos, con treinta y muy pocos, me decían el otro día que ellos están preocupados por cosas diferentes que yo en el futuro, porque yo no conocí a los niños (ni a los padres) de los que son adolescentes ahora. Veremos.
En efecto, malos tiempos.
Se puede usar la IA para que me haga el acta de una reunión, y aún así lo tendré que revisar.
Veo a la gente que se dedica al dinero desorientada con este tema. O tiene razón y yo no me he enterado. Vosotros diréis.
Soy geólogo. Probablemente tenga tantos libros de historia como de geología, gracias al gusanillo plantado por la profe de Historia del insti en los 90.
Como lector, aficionado, creo que puedo decir que el editor está totalmente equivocado...
El que compra libros de historia, los compra del autor. De Mary Beard. De Antony Beevor, the Hugh Thomas. Bueno, qué te voy a contar.
En julio di una clase sobre el calcolítico en el sudoeste de la península ibérica y estaba A. Rodriguez, profe de geología de la Universidad de Huelva. Me quedé asombrado de lo complementarias que son ambas disciplinas.
Tienes razón con lo de los libros digitales.
Tengo la suerte de que mis libros se agotan, la desgracia de que escribo muchísimo, como sabe @javiertraite.bsky.social y la más desgracia de que los editores prefieren publicar a Belén Esteban.
Estoy seguro de que la IA tiene muchos usos y es una revolución.
La IA carece de pensamiento crítico contextualizado para interpretar fuentes con sesgos históricos, contradicciones o ambigüedades.