Haría bromas, pero me parece ruin que el discurso del miedo utilice el nombre de nuestras abuelas, a las que se enseñó a hablar en voz baja, nunca de sí mismas y que rojo se decía colorado. La dictadura disciplinó sus vidas, pero les sobró corazón para querernos tanto como se mima a una esperanza.
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Qué bonita la última frase. Gracias por contrarrestar mierdas. Seguimos.