—Se agarró de su brazo y echó a andar con él, hacía frío y era tarde pero la ciudad estaba tan activa como siempre. Nueva York nunca duerme, o eso dicen.—
La comida china es mi favorita, no puedo resistirme a unos fideos tres delicias.
—Volvió a sonreír, volviendo la vista hacia él, aunque +
La comida china es mi favorita, no puedo resistirme a unos fideos tres delicias.
—Volvió a sonreír, volviendo la vista hacia él, aunque +
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Claro, dime.
Apuntó con ironía mientras giraban la esquina. Había pedido ayuda a un conocido de ocho patas para cuidar Clinton esa noche.
— No sé como podemos hacer que esta amistad funcione. Eres importante para mi... Odio »
Salvas el mundo, estás involucrada en asuntos internacionales.
Siempre que vienes siento que estoy lastrando tu vida.
Al menos antes te era útil sexualmente. —
Oye... Mira, no tienes que...
—Emitió un suspiro y se lamentó de no tener su cortina de pelo para esconderse como tantas otras veces.—
No lastras nada, es... Soy yo la que lleva esta vida, al final del día soy yo la +
—Se paró junto a un paso de cebra y se miró los pies. Se sentía ridícula. Y el silencio que esperaba llenarse al menos con el pitido que avisaba que el semáforo estaba en verde le estaba crispando los nervios. La mejor espía, o algo así.—