—Tiró de él atravesando la calzada hasta el otro lado de la calle y con cuidado de no tropezar con nadie. Dios, se sentía tan cansada.—
No lo sé, Matthew, pero yo ya no quiero estar sola.
—Quizá le salió con más seriedad de lo que pretendía, quizá sentía que estaba incumpliendo algún tipo de +
No lo sé, Matthew, pero yo ya no quiero estar sola.
—Quizá le salió con más seriedad de lo que pretendía, quizá sentía que estaba incumpliendo algún tipo de +
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Hablé... con ella el otro día.
— Eso es nuevo. —
Matthew se tensó notablemente.
— Eso también... De cualquier modo no me atañe. A veces me pregunto si no la he encadenado a esta ciudad. La que le quitó a su padre, »
Quizá la Cocina del Infierno está maldita. Quizá no debería dejaros a ninguno arder conmigo. —
Nada le gustaría más que poder dejar de estar tan malditamente solo. Y sin embargo casi que lo tenía asumido.
No puedes dejar de culparte ni un puto segundo, ¿eh?
—Lanzó un rápido vistazo a su alrededor y se lo llevó un poco más alejado de los viandantes, que por suerte tampoco había muchos. Se detuvo frente a una de esas lavanderías +
¿No lo ves...? Tú no mereces nada de esto, eres tú el que lo hace todo más fácil... Eres... Es agradable estar contigo, eres... una buena persona.
—Hizo otra pausa y volvió a fruncir los labios como solía hacer—
Lo siento mucho, de +
—Apretó un poco sus manos y las subió hacia arriba un tanto, sin soltarle. Dios, se odiaba tanto. Al menos podía afirmar con seguridad que si estaba dejando fluir las palabras no era solo porque verdaderamente se +