Otros grandes referentes del brutalismo madrileño no se ven tan estupendamente por no estar tan solitarios. A mi me encanta precisamente por eso. Y por no hablar del foso que rodea su base, que despierta tu imaginación en las mañanas más grises del año.
Para mi gana en las distancias cortas. Es ahí donde te haces consciente de tu insignificancia. Es la fortaleza en el desierto de Buzzati, y nosotros somos los inexistentes bárbaros.
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Tengo estas vistas muchas veces. 😉