Y miles de personas fueron a verle y a llorar ante su cadáver y aceptamos como si nada (y seguimos aceptando) a los sucesores que el designó como Jefes de Estado a perpetuidad.
Yo dejé de creer en el karma, cuando supe que el mayor genocida que ha tenido este país murió a los 80 y tantos, en su cama, con gente cuidándole, y para mas inri fue enterrado con honores en un mausoleo.

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