A veces,
sólo soy esa piel magullada
blanquecina y cansada
que huidiza busca asilo
en las mismas entrañas
del bosque
de tu mirada.
Allí
donde el ramaje de tus besos
colmen mi espalda,
quebradiza y herida,
de arrancarme
una
y otra
vez
esas alas
que tantos sueños
fecundaron.
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