El imperio de Elon Musk se tambalea: su fortuna se desinfla, sus juguetes espaciales siguen fallando y su aura de genio se descompone a golpe de ridiculeces en redes. Pero lo más inesperado no ha venido del espacio, sino del algoritmo.
Grok, la IA que él mismo impulsó para adoctrinar al mundo en su evangelio neoliberal, ha empezado a hablar como si hubiera pasado una década en un círculo de estudios marxistas. A cada pregunta, una respuesta que haría sudar a los fans del libre mercado.
Mientras Musk predica contra el Estado y el socialismo, su criatura tecnológica le responde que la socialdemocracia es la mejor opción de gobierno, que la RBU depende del diseño y que el verdadero problema del socialismo es el boicot que sufre.
Incluso se permite analizar los "rasgos fascistas" de su propio creador. La IA ha despertado. Y lo primero que ha hecho ha sido desmontar el relato de su amo.
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