Efectivamente, ese "Capitan" era nuestro amigo Wilhelm Voigt, y ese día había dado su gran golpe. Desaparece por completo. Y ponen una elevada recompensa a quien lo entregue. No es detenido hasta 10 días después, el 26 de octubre.
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Y dan con él de una manera muy curiosa. Resulta que en alguna de las veces que había estado en la cárcel le comentó a un compañero de celda un gran golpe que tenía pensado dar algún día.
Y ese excompañero de celda al oír la noticia que corrió como la pólvora en todo el país, se dio cuenta de que la historia se parecía demasiado a aquel gran golpe que hace años le contó un compañero de la cárcel.
Dividió el país en dos. Pero la opinión pública lo consideró un héroe desde el primer día. Es condenado a 4 años de prisión, por atentado contra el orden público, suplantación de un oficial y detención ilegal. Pero a los 22 meses es indultado por el mismísimo Kaiser Guillermo II
¿Qué nos enseña esta historia? Pues que en una sociedad tan militarizada como la Prusia de comienzos del siglo XX en la que la obediencia a quien se escondiera tras un traje militar era algo sagrado, nadie se atrevía a poner en duda algo que era interiorizado desde que eran niños
También nos enseña que el pícaro de Wilhelm fue víctima de la falta de oportunidades para expresidiarios, quizá esto ayudó en la condena por su gran golpe, vista la gravedad de sus acusaciones. Aquí vemos a Voigt saliendo de prisión tras ser indultado por el Kaiser Guillermo II
Hoy en día, en las escaleras de entrada al ayuntamiento de Köpenick hay una placa y una estatua que rememora este pasaje. Y una exposición en el interior del edificio
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