Me gustaría pensar que el pueblo de Israel y el de EEUU van a terminar derrocando a sus lideres por sentido común. Porque si no, si vamos a jugar a ver quien es más hijo de puta y provoca antes nuestra extinción, tendré que replantearme mi voto en las próximas elecciones.
Con lo oscuro que es el personaje, qué simple y transparente es la simbología del regalo: hay fetichismo necrófilo en el recuerdo-celebración de la muerte de miles de personas, y un narcisismo infantil de quien, bajo su sentimiento de omnipotencia, se siente poca cosa y es incapaz de amar la vida.
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Y qué cara podría el otro?!
Increíble pero cierto.