Los lápices no suelen ser útiles en la guerra: son frágiles, se rompe la punta, necesitan un sacapuntas cada poco tiempo.
Pero este, el Cumberland 103 de la compañía Derwent, fue uno de los mayores inventos de la Segunda Guerra Mundial.
Porque salvó muchas vidas.
Tira del hilo
Pero este, el Cumberland 103 de la compañía Derwent, fue uno de los mayores inventos de la Segunda Guerra Mundial.
Porque salvó muchas vidas.
Tira del hilo
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Un sermón en la iglesia Evangelica Open Brethen en Leeds.
Estamos en 1939 y la situación es tensa. Reino Unido y Francia acaban de declarar la guerra a Hitler, tras la invasión alemana de Polonia.
Dos de sus empleados se sientan en los bancos de esta iglesia, esperando el sermón dominical del párroco.
Porque ese joven no solo habla de amor a Dios, sino también habla del amor... al bricolaje.
Del amor por obtener materiales de los lugares menos pensados.
Del amor por inventar herramientas.
-¿Querría usted trabajar para el gobierno?
Él aceptó sin dudarlo.
-¿Y cómo se llama?
El título de aquel documento rezaba así:
Ley de secretos oficiales.