Tuvo que largarse para no hacerse cargo de la que se dio un coscorrón con la compuerta que le caían unas lágrimas como garbanzos y para no tener que contar a los niños entre todo el jaleo, ná, él solo dio órdenes, lo demás es cosa de mujeres.
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A veces somos demasiado educadas, esto es un gravísimo error, cada vez estoy más convencida de que en nuestros bolsos deberíamos cargar con una catana, un bidón de gasolina y diecisiete bombas de racimo para poder ir tranquilas por la calle.
Todo eso cómo mínimo. Hay que enseñar a las generaciones posteriores de niñas a ser claramente maleducadas cuando la ocasión lo exija y a gritar si es necesario.
Al menos las profes tienen un ejemplo para explicarles a los nenes cómo no deben comportarse de mayores, eso sí. El Machobús como ejemplo de todo lo que NO.
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