El extraño latir del tiempo se desliza sobre la ciudad mientras la amanecida reza sobre la
anchura del río.
Mi café insiste en que salgamos a navegar en los océanos infinitos de la camarera con ojos de mar.
No soplan buenos vientos, le digo, no me caben más naufragios en los bolsillos…
anchura del río.
Mi café insiste en que salgamos a navegar en los océanos infinitos de la camarera con ojos de mar.
No soplan buenos vientos, le digo, no me caben más naufragios en los bolsillos…
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