El folclore africano representa a las hienas como animales ambivalentes, astutos, brutales, necrófagos y peligrosos. Encarna a la más vil de las bestias, la fealdad, la estupidez a la vez que lo sagrado.
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En el sur de Senegal, los Kujamaat Diola, imaginan a las hechiceras cabalgando a lomos de hienas manchadas. Son vehículos simbólicos de la metamorfosis, entre lo civilizado, lo salvaje y el más allá.
Si un cazador Kujamaat mata a una hiena tiene que tratar su cuerpo con cuidado y respeto, como si se tratase de una anciana humana. Debe llevar el cuerpo hasta el poblado para ser bendecido.
Una vez allí, las mujeres bailan a su alrededor la danza funeraria mientras ellos cantan su muerte. Hay que brindar todos los honores al animal abatido para evitar, de esta manera, que el espíritu de otra hiena actúe en nombre del animal muerto.
Entre algunos pueblos de Sudán Occidental, existen criaturas que son mitad hiena y mitad humanos. Seres que transmutan por la noche para transformarse en devoradores de personas, que persiguen especialmente a los amantes (aviso para navegantes).
Fuera del continente africano las historias no son muy distintas. Entre los Baluchis del norte de la India las hienas también son las monturas de hechiceros y brujas. En el Próximo Oriente son encarnaciones del demonio.
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