Son muchos más, si contamos desde la época de los Chulavistas y cachiporros. Todos tienen estelas de sangre de las cuales muchos se fueron sin reparación. Mi madre nació en el 44 y lleva marcada su vida por la violencia.
Quién iba a pensar que en un colegio católico y femenino en Quilla con buenas profesoras mi pensamiento sería tan crítico que sería el dolor de cabeza de mi mamá. Pero llegué viva a los 59 y sigo en la lucha.
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