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quoronter.bsky.social
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Vengo de no hacerme ilusiones, han florecido los almendros.

Un yo absoluto.

Libertad es solo su idea. Decidir sobre algo, entrar en ese algo y acabar con ella (aquella) es parte de lo mismo.

Acabamos siendo sometidos por todo eso que pensamos nos libera. Todo eso que buscamos con ahínco es lo que nos domina.

Tengo otra pero no es tan amable con la generalidad del mundo.

Mi teoría es que cada cual hace lo que puede. Que ya es bastante aunque no lo parezca.

Crees que es un detonante pero, en realidad, es una excusa.

Imagina querer hacer un chiste un día de lluvia.

La música que escuchas te condiciona porque aflora los sentimientos que el acontecer de la vida tiende a ocultar.

Hace ya bastante que sobrepasamos la edad de salida. La de irse.

Qué alivio. Qué dolor. Qué frustración.

Quienes saben o estudian el alcance de la consciencia suelen hablar de ella en tercera persona. Quizá sea un recurso narrativo pero pareciera venir a decir que la consciencia nos atañe en todo pero es un ente ajeno a nosotros y que en nada o poco podemos, podamos, intervenir.

Me quedaré varado en la estética porque el fondo, la esencia, ya sé que se asienta en el horror.

También es cierto que la vejez revierte, fulmina, la construcción de filtros elaborados con esmero y casi dolor a lo largo de la existencia.

La edad de la mente, que barrunta sobre la eternidad, contrasta traumáticamente con la punzada en la rodilla al acacharte cuando sientes la obligación de recoger lo que accidentalmente cae.

Escribir en defensa propia siempre es un atenuante. Y agravante. Lo mejor es no tener cuerpo.

Claro que la violencia genera violencia y claro que el torticero uso de la palabra es violencia.

He perdido la introspección porque ese ruido de solución de violencia ocupa toda mi atención.

Y quién quiere llegar ahí y perderse toda una vida de lamentos por no encontrar el sitio que le corresponde.

Hay quien no ve sus dones porque obliga y lleva al sitio que nos corresponde.

Tratar con inteligencia al interlocutor, la ausencia de pretensiones, erradicar el paternalismo, acabar con el proselitismo y no molestar. Pilares sobre los que construir una nueva sociedad.

El selfie en la escritura versa sobre la teoría de los límites, también.

Ya casi todo me parece un narrador no fiable.

Las señales las crea la necesidad.

La gente llega como si la estuvieran esperando.

Los acontecimientos traumáticos no se entienden en la distancia del tiempo porque no ocurren de golpe; ocurren despacio, acumulándose, cediendo, sucumbiendo, entrando a un espacio de sumisión incomprensible para quien lo ve desde fuera y otro tiempo pero ineludible para quien lo vive en el momento.

Sí mantengo el asombro de lo que significa e implica la construcción de la música.

No encuentro la manera de decir algo que no sea obvio. Estoy hasta los cojones de mis obviedades.

Escribir lo que sientes conlleva reconocer lo que no estás preparado para soportar.

Algún día lloraré doblado sobre mi barriga mientras me duelen el tiempo y las energías gastadas en criticar y dejarme erosionar por lo que no me gusta.

El yo como el absolutista de la experiencia propia se entiende pero el yo como la negación del otro es tan ridículo que, si no fuese tan nocivo, haría sonreír por su inocencia.

De cómo el todo particular se transforma en un todo absoluto por la sencilla, y estúpida, razón de la ceguera del yo.

Quién no se ha asomado al mundo alguna vez solo por la tentación de existir. Quién no se ha vuelto a esconder otra vez, empujado por el mismo impulso

Si asusta, mires por donde lo mires, es pánico esférico.